

Dos diminutas ráfagas de desierto, nacidas con la gracia salvaje del viento africano. Con tan solo dos meses, estos gatitos caracal ya son la personificación de la elegancia felina: orejas negras con plumas danzantes, miradas penetrantes como el amanecer y aún no plenamente conscientes de su futuro poder.
A esta edad, son mitad bebé, mitad gato salvaje: ronroneos tiernos, garras vacilantes, pero ya poseen una presencia innata. Dos joyas únicas, nacidas para impresionar.
Empiezan a explorar su entorno, a jugar entre sí y a interactuar con dulzura. Ideales para los amantes de los felinos exóticos (sujeto a la legislación vigente).
Más tranquilos, pero igual de observadores, ya destilan una sabiduría casi felina. Juntos, gráciles y llenos de promesas.
Exploran el mundo con curiosidad y ligereza, en parte juego, en parte caza, en parte sueño, en parte rugido. Un soplo de naturaleza salvaje en un cuerpo diminuto.
Gracias.